1. Para que un Ciclón se produzca son necesarias una serie de condiciones que pasamos a
describir a continuación:
• Superficies oceánicas con isotermas (evolución termodinámica en que la temperatura del
sistema permanece invariable) superficiales de temperatura superior a 27º C.
• Que el valor de la fuerza de Coriolis* sea suficiente como para que se vea animada la
rotación ciclónica. Un ciclón que se desplaza en el hemisferio Norte, tiende a desviarse en
el sentido de las agujas del reloj, mientras que si se desplaza hacia el hemisferio Sur, su
dirección tendrá el sentido opuesto al de las agujas del reloj. Este hecho produce que el
ámbito geográfico propicio para que se forme un Ciclón sea en latitudes comprendidas
entre 5º y 20º.
• Ausencia de corrientes fuertes de viento en la vertical que impidan la formación de
torbellinos (masas de agua que giran con rapidez y con la forma de un embudo) bien
desarrollados.
• Que exista un doble campo de presiones en la estructura del Ciclón, es decir, que exista
baja presión en las medidas baja y media de la troposfera (región de la atmósfera que está
en contacto con la superficie de nuestro planeta y donde se producen todos los fenómenos
meteorológicos) y alta presión en la parte alta de la troposfera.
• Como la fuerza que moviliza un Ciclón proviene del calor latente proveniente de la
condensación del vapor de agua, es importante tener en cuenta la transformación
termodinámica de dicho vapor de agua para que se mantenga el Ciclón en evolución. El
calor desprendido puede llegar a provocar temperaturas de –80º C cerca del “ojo” del
Huracán. Por esta razón, es difícil que un Ciclón tropical llegue tierra adentro, ya que
necesita ser retroalimentado por el vapor de agua del mar, pero sí que afecta a islas o a
costas continentales.