El documento describe la sagrada ley de hospitalidad en la antigua Grecia. Los griegos veían a todos los extranjeros y pobres como protegidos directos de Zeus, y negar hospitalidad era considerado un sacrilegio. Esta tradición surgió porque los griegos se veían a sí mismos como un pueblo viajero que emigró y se mezcló con otras culturas. Hoy en día, muchas personas siguen desplazándose a otros países en busca de mejores oportunidades, al igual que los griegos lo hicieron en el pas
1. Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
Facultad de Hotelería y Turismo
Jean Carlos Valdivieso Vinces
LA SAGRADA LEY DE HOSPITALIDAD GRIEGA
«Éste es un infeliz que viene
perdido y es necesario
socorrerle, pues todos los
extranjeros y pobres son de
Zeus »
Homero, Odisea VI
Éstas son las palabras que
pronuncia Nausicaa, la
princesa de los feacios, al
contemplar al náufrago y desdichado Odiseo tendido en la playa.
Con ellas quiere expresar Homero el carácter sagrado e inviolable
que entre los griegos tenía la ley de la hospitalidad. Todos los
extranjeros y pobres estaban bajo la protección directa de Zeus, dios
supremo y padre de dioses y de hombres, y cualquier persona que no
acatara esta ley cometería el más abominable de los sacrilegios para
un griego.
Esta divinización de la hospitalidad que se daba en la Hélade
procede del hecho de que los griegos siempre se vieron a sí mismos
como un pueblo viajero que desde sus mismos orígenes ha ido
emigrando de territorio en territorio poniéndose en contacto con
otras civilizaciones. Llevaban consigo y transmitían a esos pueblos
su cultura, su religión, sus instituciones políticas, sus costumbres
cotidianas y, a su vez, tomaban de ellos las aportaciones materiales
y espirituales con las que los propios griegos se enriquecían. En
realidad, la cultura griega, la cultura que ha puesto los cimientos de
nuestra civilización occidental, es el resultado de la fusión de
diferentes pueblos y civilizaciones a lo ancho del espacio y a lo largo
del tiempo.
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Facultad de Hotelería y Turismo
Jean Carlos Valdivieso Vinces
En torno al año 2000 a. de C. comenzaron a penetrar en la península
helénica las primeras oleadas migratorias de pueblos de origen
indoeuropeo, es decir, pueblos emparentados con celtas, latinos,
germanos, eslavos, indios, etc. Estos pueblos son los antepasados de
los aqueos que Homero describe en sus poemas (Aquiles, Agamenón,
Odiseo) y que posteriormente se establecieron también en las islas del
Egeo y en Asia Menor. La entrada de los griegos en la Hélade es uno
de los acontecimientos más transcendentales de la historia de
Occidente, pues aquí se forjó la primera cultura europea,
caracterizada por una nueva manera de ver el mundo y el hombre
basada en la razón: el paso del mythos al logos.
Posteriormente, a partir del siglo VIII a. de C., por causas parecidas
a las que hoy obligan a muchos pueblos a emigrar, los griegos
salieron de sus territorios y comenzaron a fundar colonias por todo
el Mediterráneo incluida España. Esta colonización tuvo
importantes consecuencias económicas y culturales no sólo para los
griegos, sino sobre todo para aquellos pueblos mediterráneos con los
que entraron en contacto, pues los griegos les transmitieron su modo
de ver el mundo y su cultura.
Hoy en día, como en todas las épocas, hombres y mujeres de
diferentes países siguen desplazándose en busca de mejores
condiciones de vida y, así, en los pueblos y ciudades de España
encontramos personas procedentes de todas partes del mundo que
nos enriquecen con sus aportaciones y a las que enriquecemos con las
nuestras. Pero, ¿seguimos observando aquella ley sagrada de la
hospitalidad griega y acogemos a los que llegan a nuestras playas
con la misma generosidad con que Nausicaa recibió a Odiseo?