1. ¿Qué calma el alma de un hombre?, qué la sacia, qué detiene el sufrimiento, acaso
alguien tiene la respuesta a esta pregunta, que carcome, rompe, causa incertidumbre,
hace pensar, hace mirar dentro de nosotros mismos y preguntarnos: ¿qué diablos pasa
conmigo?, por qué lo uno, por qué lo otro. El Quién soy y quién quiero ser, pelean
adentro de todos, nadie lo sabe, nadie lo entiende, nadie quiere saberlo, nadie le
pregunta al otro, en esto se está solo, cada uno tratando de resolver su propia crisis
existencial, nadie más, que quien la vive, puede saciar el alma sedienta que habita
dentro de sí, por eso la pregunta: ¿Qué calma el alma de un hombre?
Agua, eso quiere el alma, ojala fuera aquel líquido que nos sostiene, nos refresca, nos
llena, pero simplemente es agua, y ella solo llena el cuerpo, pedirle más, sería injusto,
no tiene la culpa de cómo nos sentimos, de lo vacíos que somos en realidad. ¡Agua! Grita
el alma del hombre, agua pide su ser, no quiere más que eso, agua. Desea su frescura,
no se preocupa, es libre, su esencia, pura y transparente, fluidez, avanza, si la
detienen se hace profunda, se adapta, nada, ni siquiera la mano del villano demoledor,
le roba su identidad, es fuerte, dulce, divierte, es agua, que cosa más viva que el
agua, logra dar lo que dicen, no tiene: vida.
El alma no quiere agua, el alma desea ser como el agua, no es para llenar, sino que llena,
agua quiere ser el alma del hombre, él, quiere descubrir quién es, sin perderse, sin
miedo a ser señalado, quiere ser lo que su alma también desea. Romper los límites, ir
hasta donde su imaginación le alcanza, el hombre que peregrina hacia el infinito, su
alma será agua y su esencia para siempre.