La historia de la electricidad comenzó con observaciones de los griegos sobre fenómenos como la electricidad estática. A lo largo de la Antigüedad y la Edad Media hubo algunas observaciones aisladas, pero no fue hasta el siglo XVII con la revolución científica cuando se empezó a estudiar sistemáticamente. En los siglos XVIII y XIX, científicos como Volta, Galvani, Faraday y Maxwell realizaron importantes avances que llevaron al entendimiento moderno de la electricidad y su unificación con el magnetismo.
1. HISTORIA DE LA ELECTRICIDAD
Uno de sus hitos iniciales de la electricidad puede situarse hacia el año 600 a. C., cuando el filósofo
griego Tales de Mileto observó que frotando una varilla de ámbar con una piel o con lana, se
obtenían pequeñas cargas (efecto triboeléctrico) que atraían pequeños objetos, y frotando mucho
tiempo podía causar la aparición de una chispa. Cerca de la antigua ciudad griega de Magnesia se
encontraban las denominadas piedras de Magnesia, que incluían magnetita. Los antiguos griegos
observaron que los trozos de este material se atraían entre sí, y también a pequeños objetos de
hierro. Las palabras magneto (equivalente en español a imán) y magnetismo derivan de ese
topónimo.
Ámbar piedra de magnesio
La electricidad evolucionó históricamente desde la simple percepción del fenómeno, a su
tratamiento científico, que no se haría sistemático hasta el siglo XVIII. Se registraron a lo largo de
la Edad Antigua y Media otras observaciones aisladas y simples especulaciones, así como
intuiciones médicas (uso de peces eléctricos en enfermedades como la gota y el dolor de cabeza)
referidas por autores como Plinio el Viejo y Escribonio Largo, 1 u objetos arqueológicos de
interpretación discutible, como la Batería de Bagdad, 2 un objeto encontrado en Irak en 1938,
fechado alrededor de 250 a. C., que se asemeja a una celda electroquímica. No se han encontrado
documentos que evidencien su utilización, aunque hay otras descripciones anacrónicas de
dispositivos eléctricos en muros egipcios y escritos antiguos.
2. PILAS DE MAGNESIO
Esas especulaciones y registros fragmentarios son el tratamiento casi exclusivo (con la notable
excepción del uso del magnetismo para la brújula) que hay desde la Antigüedad hasta la
Revolución científica del siglo XVII; aunque todavía entonces pasa a ser poco más que un
espectáculo para exhibir en los salones. Las primeras aportaciones que pueden entenderse como
aproximaciones sucesivas al fenómeno eléctrico fueron realizadas por investigadores sistemáticos
como William Gilbert, Otto von Guericke, Du Fay, Pieter van Musschenbroek (botella de Leyden) o
William Watson. Las observaciones sometidas a método científico empiezan a dar sus frutos con
Luigi Galvani, Alessandro Volta, Charles-Augustin de Coulomb o Benjamin Franklin, proseguidas a
comienzos del siglo XIX por André-Marie Ampère, Michael Faraday o Georg Ohm. Los nombres de
estos pioneros terminaron bautizando las unidades hoy utilizadas en la medida de las distintas
magnitudes del fenómeno. La comprensión final de la electricidad se logró recién con su
unificación con el magnetismo en un único fenómeno electromagnético descrito por las
ecuaciones de Maxwell (1861-1865).
3. La electrificación no sólo fue un proceso técnico, sino un verdadero cambio social de implicaciones
extraordinarias, comenzando por el alumbrado y siguiendo por todo tipo de procesos industriales
(motor eléctrico, metalurgia, refrigeración...) y de comunicaciones (telefonía, radio). Lenin,
durante la Revolución bolchevique, definió el socialismo como la suma de la electrificación y el
poder de los soviets,3 pero fue sobre todo la sociedad de consumo que nació en los países
capitalistas, la que dependió en mayor medida de la utilización doméstica de la electricidad en los
electrodomésticos, y fue en estos países donde la retroalimentación entre ciencia, tecnología y
sociedad desarrolló las complejas estructuras que permitieron los actuales sistemas de I+D e I+D+I,
en que la iniciativa pública y privada se interpenetran, y las figuras individuales se difuminan en los
equipos de investigación.
La energía eléctrica es esencial para la sociedad de la información de la tercera revolución
industrial que se viene produciendo desde la segunda mitad del siglo XX (transistor, televisión,
computación, robótica, internet...). Únicamente puede comparársele en importancia la
motorización dependiente del petróleo (que también es ampliamente utilizado, como los demás
combustibles fósiles, en la generación de electricidad). Ambos procesos exigieron cantidades cada
vez mayores de energía, lo que está en el origen de la crisis energética y medioambiental y de la
búsqueda de nuevas fuentes de energía, la mayoría con inmediata utilización eléctrica (energía
nuclear y energías alternativas, dadas las limitaciones de la tradicional hidroelectricidad). Los
problemas que tiene la electricidad para su almacenamiento y transporte a largas distancias, y
para la autonomía de los aparatos móviles, son retos técnicos aún no resueltos de forma
suficientemente eficaz.
4. El impacto cultural de lo que Marshall McLuhan denominó Edad de la Electricidad, que seguiría a la
Edad de la Mecanización (por comparación a cómo la Edad de los Metales siguió a la Edad de
Piedra), radica en la altísima velocidad de propagación de la radiación electromagnética (300.000
km/s) que hace que se perciba de forma casi instantánea. Este hecho conlleva posibilidades antes
inimaginables, como la simultaneidad y la división de cada proceso en una secuencia. Se impuso
un cambio cultural que provenía del enfoque en "segmentos especializados de atención" (la
adopción de una perspectiva particular) y la idea de la "conciencia sensitiva instantánea de la
totalidad", una atención al "campo total", un "sentido de la estructura total". Se hizo evidente y
prevalente el sentido de "forma y función como una unidad", una "idea integral de la estructura y
configuración". Estas nuevas concepciones mentales tuvieron gran impacto en todo tipo de
ámbitos científicos, educativos e incluso artísticos (por ejemplo, el cubismo). En el ámbito de lo
espacial y político, "la electricidad no centraliza, sino que descentraliza... mientras que el
ferrocarril requiere un espacio político uniforme, el avión y la radio permiten la mayor
discontinuidad y diversidad en la organización espacial".