El zapatero se confiesa con un cura y admite haber engañado al pueblo español prometiendo empleo y ocultando la crisis. También reconoce haber desperdiciado el dinero de los ciudadanos y subido impuestos mientras él y sus amigos se enriquecían. El cura se niega a darle la penitencia porque dice que el pueblo español ya está pagando las consecuencias de sus acciones.