El documento propone prestarle unos padres a alguien por 10, 20, 30 años o más para que los ame y cuide durante ese tiempo, aunque no serán suyos para siempre, y cuando se los lleven no debe odiar a quien se los lleva sino aceptar la voluntad de Dios, pues aunque se vayan físicamente quedarán los recuerdos y el amor.