1. Dos mujeres de ojos claros...
Conocí a dos mujeres, de ojos claros y sinceridad instantánea. Que viven en esos sitios de la ciudad que
ni siquiera imaginamos y cuyas vidas son tristes y atropelladas, como esas que solo podemos ver en la
en la cartelera de la vida real.
Aunque no tienen mucho, las puertas de sus casas, construidas con esfuerzo, pequeñas y con pocos
lujos, están abiertas para ti en cualquier momento y pese a que no haya dinero para mañana algo te
bridan con cordialidad.
Tras sus ojos no sólo se esconde la esperanza de que los años pasen y la situación sea mejor, sino que
además se alberga un dolor incontenible, de sus vidas, las de sus hijos y las de toda su comunidad.
Compartiendo con ellas, pensé que entre más tenemos, más nos olvidamos de los demás, no digo que
sea así en todos los casos, solo digo que en el diario vivir pocas son las personas que se detienen a
pensar y a hacer algo por mujeres que como estas, solas han sacado sus familias adelante.
Mientras sus hijos desayunan agua de panela con pan y almuerzan cuando se puede en un comedor
comunitario, sufren ellas con el estomago vacío, pensando en que comerán los demás: sus vecinos,
niños cuyos padres han salido desde temprano y en muchos casos no reciben ningún tipo de atención.
La mujer uno vive en una casa pequeña, a la que llega luego de subir cientos de esclareas, y aunque
llega cansada, una sonrisa se dibuja en su rostro por todas las caritas felices que logro convertir
mientras subía; hablo de los pequeños de su barrio que también la llaman mamá, que entran a su casa,
le piden de tomar, le cuentan que tienen hambre, y que encuentran en ella el cariño que les ha sido
negado en sus propias casas y la compañía y protección que sus padres les reprochan. Su hija mayor se
fue de la casa por considerarla demasiado fea y la menor, pese a ser rechazada por su padre por ser
niña, vive sonriente y habla de lo puede ser su futuro “quiero ser doctora del corazón para ayudar a
mucha gente.
2. La mujer dos, con unos hermosos ojos azules transmite mientras la escucho un profundo temor, pues
está muy enferma, y en silencio sufre un cáncer grave en la matriz , lo que pone en riesgo su vida y para
mi sorpresa no es eso lo que más le preocupa, sino su hijo número cinco (adoptivo en realidad) que
sufre de un retraso mental moderado y que ha sido despreciado por sus otros hijos que lo culpan de la
enfermedad de la madre que ellos ni siquiera escuchan “si a me pasa algo, yo no sé donde quede él”.
Su mayor sueño no es recuperarse, ni recuperar su pareja, que también la dejo por la misma situación,
sino dejarle a él, una casa propia donde alguien más, podría arrimársele, pero al menos dándole a él
algo de comer.
Estos son solo retazos de dos historias que me tocaron el corazón, y no importa si alguien dice que es
poco profesional de mi parte, le pido a Dios que jamás permita que mi corazón se vuelva duro e
insensible y no se deje tocar por estas realidades, que son las de muchísimas personas que viven a no
más de 30 minutos de donde estás.
No hay mucha claridad sobre qué puedo hacer yo, ni mucho menos lo que puedas hacer tú. No
pretendo, aunque quisiera, arreglarle la vida a estas mujeres. Solo pretendo pensar en voz alta y en
este papel, que pasaría si yo y cada una de las personas que conozco, se ponen la tarea de hacer feliz a
alguien, al menos una vez al mes. Un mercado, para hacerlos comer bien por una semana, una muda de
ropa para que los chicos sepan que es estrenar, una suma de dinero para que puedan ir al colegio, un
abrazo, una sonrisa… un poco de lo que nosotros tenemos.
No sé si esto, puede servir para algo más aparte de hacer sonreír los niños y hacer sentir más
tranquilas a estas mamás, pero así sean dos días de alegría, vale la pena intentarlo. Porque ellas a pesar
de no tener nada en los bolsillos, piensan en sus hijos, en sus vecinos, en los niños de su asentamiento
y nosotros con algo más en los bolsillos pensamos en nosotros mismos.
Lástima es lo último que quiero generar, solo quiero que pienses: Que tanto has hecho? Que tanto
haces y que tanto puedes hacer con estas situaciones? Si quieres ser rico, para que lo quieres lograr?
Al final de la conversación los mismos ojos claros que me recibieron con alegría y me hablaron con
sinceridad, se despiden con cariño, porque ellas si han entendido que la mejor arma para el cambio es
el amor.
Lizeth León