Este poema está dedicado a la abuela Pepita, una mujer dinámica, trabajadora e inquieta que siempre estaba ocupada y nunca se quejaba. Era amiga de todos, conversadora, sencilla y discreta. Aunque a veces podía ser un poco despistada, siempre era afable, cariñosa y muy dedicada a su familia. Era respetada por su buen carácter y muy querida por todos. Fue la esposa, madre, abuela y bisabuela ideal, en definitiva una mujer muy especial. Sus bisnietos siempre la recordarán y querrán