1. Crónica de un Canillita Moderno
Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Este parece ser una de las
frases preferidas de Juan Morales, el dueño del quiosco donde compraba los diarios todas
las mañanas mi mamá cuando yo era pequeña entre la Av. Pedro Ruiz, y a quien por cierto
muchas personas conocen y no precisamente por su negocio sino por sus sacrificados
repartos de diarios en una bici especialmente adaptada para su trabajo.
Al más estilo de los antiguos canillitas, que promocionaban a viva voz por las calles los
periódicos y revistas, don Juan también le saca el jugo a su garganta, ofreciendo su
mercadería.
Todas las mañanas recorre desde la Av. Pedro Ruiz hasta la Av. Salaverry. A nadie se le
había ocurrido colgar revistas delante de la bicicleta, pero el lo hace, porque es una forma
de exhibir el producto. Por ahí le dicen que es un quiosco ambulante y esa es más o menos
la idea, nos cuenta el esforzado comerciante.
Ni siquiera la lluvia amilana a este canillita moderno, quien, cuando cae agüita, no hace
mas que forrarse bien y proteger los periódicos que lleva en el canastillo de su bici para
poner, como siempre, manos a la obra. “Cuando llueve me va, incluso, un poco mejor,
porque la gente como que se guarda en su casa y compra el diario para entretenerse”, nos
comenta.
Don Juan relata que la primera vez que incursiono en este oficio fue hace 10 años, en Lima.
“Estudiaba en un instituto de marketing” y estaba recién juntado con la que fue su primera
señora. Tenían un amigo que trabajaba en esto y se les ocurrió imitarlo para aumentar sus
ingresos. Instalaron un quiosco en Lince y lo trabajaron 3 años, recuerdos que no olvidara.
Después decidió separarse y alejarse de la capital e instalarse en la provincia de Chiclayo,
empezó con una fuente de soda pero tras irle muy mal lo dejo. Tiene una nueva
compañera y un hijo. No le molesta hacer cualquier actividad para ganarse la vida, pero la
cosa no esta muy buena, reconoce.
Su rutina comienza todos los días de lunes a domingo a las 5:30 de la mañana, cuando va a
recoger sus diarios a la agencia. Luego sale en su bici a vender y después lo hace en su
quiosco. “Se trabaja fácilmente 12 ó 14 horas diarias y, pese a ello, no consigue los frutos
que necesita”. Pero en su caso la cosa ha ido en ascenso y con esta entrevista espera que
mejore mas aun, nos señala finalmente optimista.