1. Casa Templaria, 29 de marzo de 2012
¡Alegría, alegría, alegría!
Mis queridas y amadas semillas,
Quiero compartir con vosotros una
vez más mi entusiasmo, mis ganas de vivir y
deciros que en la vida hay que saber lo que
uno quiere. Servidora sabe lo que quiere y
gracias a Dios con todos vosotros llega a
cumplir cada día más sus metas.
Os he hablado que siempre nos gusta
echar la culpa a los otros, recuerdo que
cuando era pequeña y rompía un vaso,
evidentemente mi madre decía: ¿Quién lo ha roto? y la única que era mayor y que
alcanzaba los vasos, era Servidora, y automáticamente respondía: “no he sido yo
mamá, no soy yo mamá”, imaginaros como es posible que quería engañar a aquella
mujer que por experiencia ya lo había vivido y sabía muy bien que la única que había
podido hacerlo era yo.
Hoy en día la comprendo, hay muchos niños de 40, 30, etc., que continúan
diciéndolo. Conozco bien a una niña de 47 años que me responde actualmente:
“Jardinera no he escuchado, no escuché, no comprendí, yo no fui…” y solamente
estamos ella y yo a veces.
Mis semillas, he repetido muchas veces que cuando a veces encontramos a
una persona o vivimos con alguien y estamos rabiosas o no sabemos porque no
toleramos a esa persona, le echamos la culpa o no estamos bien y siempre decimos,
“ves sino estuviera aquí, si no hubiera dicho tal cosa, bla, bla, bla” o a veces se
estropea una máquina, siempre la culpa es de los otros, ¿por qué? tenemos que
buscar llegar a comprender y es muy sencillo, nadie quiere afrontar su
responsabilidad y siempre es el miedo y la única respuesta es: ¡darle la cara, afrontar
ese miedo! Si afrontáis ese miedo habréis ganado. Hay otra explicación: ¿qué le
habéis hecho a esa persona que no soportáis, que no toleráis? ¿Por qué esas personas
os hacen “sufrir o se portan mal” con ustedes? Ir a buscar a otras vidas, ¿qué sabéis
si en otras vidas no habéis abusado de ellas? O ¿les habéis robado un objeto o
dinero? o simplemente le habéis mentido. Es una respuesta a Causa y Efecto de
nuestro darma o karma.
Cuando somos pequeños nacemos en la pureza y en la inocencia, siempre al
estado natural. Es igual que muchas veces hemos visto montañas que tenían
precipicios y que poco a poco se han convertido en arrozales. Si habéis estado en el
2. Nepal, en Tailandia, en otros países y también en Europa o en los vuestros.
Antiguamente siempre a base de piedras, por los que estuvieron en los castillos
Cataros y Templarios, han visto que hay muchas paredes de piedra en las montañas,
en los campos. El inicio es para retener la tierra, para aprovechar esa tierra y siempre
hay que empezar por abajo.
Os hablé del jardinero de la Casa
Templaria, está haciendo terrazas en un
precipicio donde antes tiraban basura. Ha
recogido todos los desechos y ha empezado
a hacer terrazas pequeñas, estrechas de 50
cms., otras de 80 cms., quizá una de un 1
metro y ha sido piedra a piedra, piedra a
piedra.
Al empezar de la base, la ha hecho
bien sólida, como tienen que ser vuestros
principios, como el granito, una de las
rocas más duras. Ha puesto también vigas
de madera esas vigas de madera eran de
una casa de 200 o 300 años, son de roble.
Pero Robert ha querido que continúe la
vida, tierra, piedra, madera.
Ha subido todo el precipicio haciendo pequeñas terrazas y cada vez las ha
hecho más grandes y más largas y ha sembrado flores. Cuando sea el momento
plantará tomates, judías, ensaladas, porque también son flores.
Eso es la vida, no lo necesita para él, lo hace para ustedes para cuando vengan
a la Casa Templaria, degustar su fruta, su jardín, lo hace para todos, eso es la
generosidad, eso es la humildad en lo más grande de su corazón.
Pero su educación de niño no es la de hoy, de
los jóvenes. Este gran jardinero empezó a trabajar a
los 12 años, sacando piedras de una mina y se jubiló
en la mina pero después de las 8 horas, hacía 10
horas más en la viña y cada vez trasmitía la vida y
cada vez estaban más agradecidas esas uvas y ese
vino. Estamos todos saboreando de sus frutos. ¿Qué
interés tiene eso para él? No lo necesita, él tiene
suficiente para vivir feliz, tranquilo sentado o
tumbado en la hamaca. Son lecciones que nos da de
generosidad y amor.
Mis amados y queridos maestros cuando
vienen a visitarle y a verle le dicen: Hola Beto ¿qué
3. tal? ¿Cómo estas? El abuelito
Robert se sonríe y les dice: ¿Queréis
que os enseñe a plantar o a saber
regar? Han pasado miles de
personas y nadie ha querido
aprender. El continúa porque es un
sabio y la tierra se lo agradece. Esos
maestros mañana llorarán mucho
cuando dejen la materia. Se darán
cuenta que han despreciado el
amor, la generosidad, la simplicidad
y la humildad de ese hombre.
Siempre repetiré, solamente una semilla le ha ayudado y ha estado con él, la princesa
del Moncayo, Rosa, te añora mucho Robert y siempre pregunta ¿cuándo vienes? Y sé
que vas a ir a Marruecos porque Robert también va.
Peldaños, es nuestra vida desde que nacemos. Y hay que subirlos uno a uno,
no vale para nada si los subes cuatro a cuatro porque lo que no haces hoy lo harás
mañana.
Con todo mi amor
La Jardinera