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FERDINANDO El toro Escrito por Munro Leaf ilustrado por Werner Klemke Lóguez ediciones
Vivía una vez en España Un toro joven llamado  Ferdinando
Todos los demás toros jóvenes, con los que crecía se  pasaban el día corriendo y saltando, dándose topetazos unos  otros
Ferdinando, no El prefería estar tranquilamente sentado y oler las flores
Su lugar favorito estaba fuera, en el campo, bajo una encina Allí se sentaba a la sombra del árbol y olía las flores
Su madre, que era una vaca, se inquietaba a veces por él. Temía que pudiera sentirse aislado así tan solo ¿Por qué no te paseas, por qué no juegas con los demás toros jóvenes y te peleas con ellos? Pero Ferdinando movía la cabeza:   Me encuentro más a gusto aquí, donde puedo sentarme tranquilamente y oler las flores Su madre se daba cuenta de que él no se sentía abandonado y como era una madre comprensiva, aunque solo fuera una vaca, le dejaba hacer lo que él quería y ser feliz.
Con el paso de los años Ferdinando fue creciendo. Hasta hacerse muy grande y fuerte.
Todos los demás toros, con los que había crecido en el campo, se peleaban unos contra otros constantemente; se empujaban con la cabeza y se  embestían. Sin embargo, lo que más deseaban era que les dejaran  Participar en las corridas de Madrid Ferdinando, no;  seguía sentándose tranquilamente en su lugar preferido y olía las flores
Un día, aparecieron cinco hombres, llevaban puestos unos sombreros muy graciosos y venían a escoger al toro más grande, veloz y fiero para la corrida de Madrid
Los demás toros corrían dando vueltas, resoplando y empujándose,  realizando los saltos más atrevidos, para que aquellos hombres vieran que eran muy fuertes y temibles y así ser elegidos
FERDINANDO sabía que él no sería elegido, aunque no le importaba, y buscó su sitio preferido bajo la encina para seguir descansando a la sombra. Pero no se fijó dónde se sentaba y, en lugar de hacerlo en la  hierba fresca, se sentó sobre una abeja ¿Qué se hace cuando uno es una baje y un toro se sienta encima? Uno pica Y exactamente eso hizo la abeja
¡Ay!  Ferdinando se levantó de un brinco, dando berridos de dolor. Bramando y resoplando, echó a correr dando cornadas al aire  y pataleando como un loco
Al verlo, los cinco hombres gritaron de alegría. Era el cornúpeta más grande y temible en cien kilómetros a la redonda ¡Precisamente lo que necesitaban para la corrida de Madrid. En un carro se llevaron a Ferdinando
¡Qué día más grande! Las banderas ondeaban, sonaba la música… Y todas las chicas guapas llevaban flores en el pelo. Pronto comenzó el desfile en la arena.
Primero iban los banderilleros con unos palos de agudas puntas adornados con cintas para pinchar al toro y ponerlo furioso Les seguían los picadores sobre flacos  jamelgos y con largas lanzas para pinchar al toro y ponerlo más furioso
Y después apareció, lleno de orgullo el matador; Se creía una maravilla de belleza se inclinó ante las damas. Sobre el hombro llevaba el trapo rojo  y con la espada debía darle al toro  la última estocada
Poco después salió el TORO. Es fácil adivinar quién era FERDINANDO Le llamaban FERDINANDO.  EL TEMIBLE
Y todos los banderilleros tenían miedo de él Y los picadores tenían miedo de él Y el matador estaba paralizado del susto.
Ferdinando se fue el centro de la  arena y los espectadores, llenos de júbilo, le aplaudieron, porque  pensaban que iba a luchar  terriblemente, resoplando y  bramando, dando cornadas a  diestro y siniestro.
Estaban muy equivocados Cuando Ferdinando llegó al centro de la arena, descubrió los claveles en el pelo de las guapas y se sentó  tranquilamente a oler las flores
Todas las provocaciones fueron inútiles. El no estaba dispuesto a luchar ni a embestir como una fiera. Estaba sentado pacíficamente en medio de las flores Los banderilleros estaban furiosos Y los picadores todavía más furiosos
Y el matador estaba tan furioso que lloró, porque no podía presumir con el trapo y con  la espada.
No les quedó más remedio que llevar otra vez a Ferdinando a su pueblo
Y, si no se ha muerto, todavía estará sentado hoy en su lugar favorito bajo la encina, oliendo las flores. Es muy feliz
Colorín colorado este cuento se ha acabado Isabel Nieto Luelmo [email_address]

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  • 1. FERDINANDO El toro Escrito por Munro Leaf ilustrado por Werner Klemke Lóguez ediciones
  • 2. Vivía una vez en España Un toro joven llamado Ferdinando
  • 3. Todos los demás toros jóvenes, con los que crecía se pasaban el día corriendo y saltando, dándose topetazos unos otros
  • 4. Ferdinando, no El prefería estar tranquilamente sentado y oler las flores
  • 5. Su lugar favorito estaba fuera, en el campo, bajo una encina Allí se sentaba a la sombra del árbol y olía las flores
  • 6. Su madre, que era una vaca, se inquietaba a veces por él. Temía que pudiera sentirse aislado así tan solo ¿Por qué no te paseas, por qué no juegas con los demás toros jóvenes y te peleas con ellos? Pero Ferdinando movía la cabeza: Me encuentro más a gusto aquí, donde puedo sentarme tranquilamente y oler las flores Su madre se daba cuenta de que él no se sentía abandonado y como era una madre comprensiva, aunque solo fuera una vaca, le dejaba hacer lo que él quería y ser feliz.
  • 7. Con el paso de los años Ferdinando fue creciendo. Hasta hacerse muy grande y fuerte.
  • 8. Todos los demás toros, con los que había crecido en el campo, se peleaban unos contra otros constantemente; se empujaban con la cabeza y se embestían. Sin embargo, lo que más deseaban era que les dejaran Participar en las corridas de Madrid Ferdinando, no; seguía sentándose tranquilamente en su lugar preferido y olía las flores
  • 9. Un día, aparecieron cinco hombres, llevaban puestos unos sombreros muy graciosos y venían a escoger al toro más grande, veloz y fiero para la corrida de Madrid
  • 10. Los demás toros corrían dando vueltas, resoplando y empujándose, realizando los saltos más atrevidos, para que aquellos hombres vieran que eran muy fuertes y temibles y así ser elegidos
  • 11. FERDINANDO sabía que él no sería elegido, aunque no le importaba, y buscó su sitio preferido bajo la encina para seguir descansando a la sombra. Pero no se fijó dónde se sentaba y, en lugar de hacerlo en la hierba fresca, se sentó sobre una abeja ¿Qué se hace cuando uno es una baje y un toro se sienta encima? Uno pica Y exactamente eso hizo la abeja
  • 12. ¡Ay! Ferdinando se levantó de un brinco, dando berridos de dolor. Bramando y resoplando, echó a correr dando cornadas al aire y pataleando como un loco
  • 13. Al verlo, los cinco hombres gritaron de alegría. Era el cornúpeta más grande y temible en cien kilómetros a la redonda ¡Precisamente lo que necesitaban para la corrida de Madrid. En un carro se llevaron a Ferdinando
  • 14. ¡Qué día más grande! Las banderas ondeaban, sonaba la música… Y todas las chicas guapas llevaban flores en el pelo. Pronto comenzó el desfile en la arena.
  • 15. Primero iban los banderilleros con unos palos de agudas puntas adornados con cintas para pinchar al toro y ponerlo furioso Les seguían los picadores sobre flacos jamelgos y con largas lanzas para pinchar al toro y ponerlo más furioso
  • 16. Y después apareció, lleno de orgullo el matador; Se creía una maravilla de belleza se inclinó ante las damas. Sobre el hombro llevaba el trapo rojo y con la espada debía darle al toro la última estocada
  • 17. Poco después salió el TORO. Es fácil adivinar quién era FERDINANDO Le llamaban FERDINANDO. EL TEMIBLE
  • 18. Y todos los banderilleros tenían miedo de él Y los picadores tenían miedo de él Y el matador estaba paralizado del susto.
  • 19. Ferdinando se fue el centro de la arena y los espectadores, llenos de júbilo, le aplaudieron, porque pensaban que iba a luchar terriblemente, resoplando y bramando, dando cornadas a diestro y siniestro.
  • 20. Estaban muy equivocados Cuando Ferdinando llegó al centro de la arena, descubrió los claveles en el pelo de las guapas y se sentó tranquilamente a oler las flores
  • 21. Todas las provocaciones fueron inútiles. El no estaba dispuesto a luchar ni a embestir como una fiera. Estaba sentado pacíficamente en medio de las flores Los banderilleros estaban furiosos Y los picadores todavía más furiosos
  • 22. Y el matador estaba tan furioso que lloró, porque no podía presumir con el trapo y con la espada.
  • 23. No les quedó más remedio que llevar otra vez a Ferdinando a su pueblo
  • 24. Y, si no se ha muerto, todavía estará sentado hoy en su lugar favorito bajo la encina, oliendo las flores. Es muy feliz
  • 25. Colorín colorado este cuento se ha acabado Isabel Nieto Luelmo [email_address]