Los valores van cambiando a medida que la sociedad evoluciona: estos cambios se refieren a su significado, a su vigencia, al aprecio que se les tiene. La puesta en práctica de un valor no siempre depende de su significado; hay valores que se tiñen de una pátina de modernidad-tradicionalidad que es la que los hace vigentes o los arrincona.
Los valores van cambiando. La intimidad es un valor que se ha transformado profundamente y no está entre los valores que construyen el marco axiológico de la sociedad en la que vivimos. No obstante, pienso que este valor tiene un enorme potencial para ser el antídoto de determinados comportamientos que esta sociedad nos impone a cada uno de nosotros: seguidismo, aceptación incondicional e irracional, mediocridad y estandarización.
La reflexión que propongo parte de la premisa de que la intimidad es una forma de rebeldía, de singularidad, de responsabilidad y de denuncia de la apariencia. Propongo así mismo la intimidad como una forma de resistencia frente a la mediocridad y la estandarización a la que estamos sometidos por los políticos, las instituciones y los medios de comunicación.
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La Intimidad: ¿A quién le interesa?
1. opinión
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El autor hace una reflexión
sobre la presión que desde
diferentes instancias,
incluidas las marcas, se hace
sobre la intimidad personal
Mauro González
La intimidad es un valor que se ha transformado
profundamente y no está entre los valores que construyen el
marco axiológico de la sociedad en la que vivimos. No
obstante, pienso que este valor tiene un enorme potencial
para ser el antídoto de determinados comportamientos que
esta sociedad nos impone a cada uno de nosotros:
seguidismo, aceptación incondicional e irracional,
mediocridad y estandarización.
La reflexión que propongo, parte de la premisa de que la
intimidad es una forma de rebeldía, de singularidad, de
responsabilidad y de denuncia de la apariencia. Propongo así
mismo la intimidad como una forma de resistencia frente a la
mediocridad y la estandarización a la que estamos
sometidos por los políticos, las instituciones y los medios de
comunicación.
El domingo 22 de marzo de 2009 moría Jade Goody, tras
convertir su muerte en un circo mediático. Esta joven de 27
años, que participó en el programa de Gran hermano, donde
se convirtió en personaje famoso y comentado por su
carácter irrespetuoso e inculto, vio truncada su ascendencia
mediática por el cáncer de útero que le diagnosticaron unos
meses antes. Aprovechando este gran momento de
exposición pública, quiso rentabilizar al máximo su tirón,
programando incluso su muerte por televisión (retrasmisión
que no se llegó a realizar). Es difícil cuantificar el beneficio
económico que ha generado vendiendo su intimidad,
beneficio que disfrutarán sus hijos. Al día siguiente de su
muerte, su madre declaraba: “La familia y los amigos
querríamos tener intimidad al fin”.
En algunas cadenas de nuestra televisión, podemos ver a
cualquier hora, programas donde se expone y se airea la vida
íntima de determinados personajes. Programas
absolutamente pornográficos no por las imágenes de sexo
sino por el desnudo explicito de los pensamientos, conductas,
intenciones y comportamiento de los protagonistas.
La intimidad, como preservación del sujeto y sus actos del
resto de seres humanos, es un derecho contemplado en el
artículo 18 de nuestra Constitución: “Se garantiza el derecho
al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia
imagen”. Y claro, todo aquello que se garantiza
constitucionalmente remite a dificultades de cumplimiento,
o, como ocurre con los derechos humanos, que se trata de un
tema que se viola constantemente.
Asistimos a tres fenómenos sociológicos de gran alcance que
están diluyendo los límites del concepto de intimidad:
Las nuevas tecnologías: las nuevas tecnologías están
transformando el significado y las implicaciones de lo íntimo
y esto en la medida que las nuevas tecnologías se nutren
más de lo superficial y lo epidérmico ( lo táctil, como forma de
manejo, es una metáfora de su nivel de profundidad ):
apenas se necesita pensar para comunicarse puesto que
toda la comunicación ya está encapsulada en fórmulas que
anticipan lo que quieres decir; la atención completa, con las
nuevas tecnologías, se transforma en atención parcial
continua; la lectura profunda y reflexiva supone cada día
mayor esfuerzo; el texto se sustituye por el titular, la palabra
por la frase, Word por Power Point.
Las redes sociales: las redes sociales están suponiendo toda
una revolución en la forma y el cariz que está tomando la
comunicación. En el pasado existía una separación entre la
comunicación (el objeto de comunicación) y el individuo
(sujeto). Hoy todo va en un mismo pack: el individuo y lo que
comunica. Por tanto se abre la puerta y se facilita el que se
viole la intimidad; las redes sociales nos ex–ponen, nos
ponen fuera, nos sacan de nuestro espacio íntimo y nos
convierten en sujetos (más bien objetos) de escaparate. La
intimidad se transforma en extimidad.
La intimidad, como valor en sentido bursátil; es decir objeto de
subasta, de compra y de venta, de transacción económica.
Podríamos rastrear muchos proyectos vitales y personales
encaminados a ser ofertados/vendidos a una revista o a una
cadena de televisión. La intimidad se cultiva como un bien
preciado y escaso y no me extrañaría que algún día se crearan
huertos para el cultivo de la intimidad, con el apoyo de los
bancos y fondos de inversión. Lo íntimo vende: ¿ será que está
vinculado con lo original, lo nuevo, lo puro y virginal? ¿O que
sencillamente estamos en una sociedad tremendamente
vouyerista y así se explica este auge de lo íntimo?
Intimo etimológicamente procede del adverbio latino intus:
dentro, hacia el interior. Intimo en español tiene varias líneas
de significación:
1. Intimo: que forma parte de la esencia, profundo
2. Intimo: de confianza, entrañable, amigable,
acogedor, agradable.
3. Intimo: interior, privado, relativo a la intimidad.
1. Desde siempre ha habido una demanda
de lo íntimo en su acepción de
esencial, profundo
La historia del pensamiento, de las corrientes filosóficas, de la
hermenéutica… es todo un recorrido por los intentos de llegar
a la esencia, a lo profundo de las cosas. Y creo no equivocarme
al afirmar que una de las fantasías más recurrentes del ser
humano es adivinar el pensamiento, los sentimientos, las
intenciones de nuestros congéneres. Conocer lo más
recóndito nos haría como dioses, nos situaría en el Saber con
mayúscula La hermenéutica, la interpretación, el
conocimiento del inconsciente, los instrumentos de
conocimiento de las reacciones cerebrales no son sino
intentos de descubrir, descifrar y conocer lo íntimo.
El cultivo de lo íntimo, en el sentido del que estamos
hablando, no es un valor que se cultive desde el ámbito
empresarial y desde las marcas; desde las instituciones,
gobiernos y estados. El cultivo de la intimidad construye
sujetos singulares, únicos, diferentes, incontrolados y libres;
y es precisamente esta dificultad de controlar la intimidad
por parte de los estados, gobiernos e instituciones la que me
da pie a calificar la intimidad como una especie de rebeldía; si
cabe, es una de las pocas armas que nos quedan a los
individuos: cultivar la intimidad es una actitud
tremendamente rebelde, es negarse a querer ser dirigido y
controlado como quieren estas instituciones.
Así mismo la intimidad es el antídoto contra la mediocridad:
mediocridad política, mediocridad argumental, mediocridad
en la consideración de que el ciudadano es tonto y se traga
todo. Ante la desazón que produce todo este conjunto de
mediocridades, la intimidad nos salva de la desesperación al
conectarnos justamente con lo esencial, con lo que importa y
nos importa.
Los valores van
cambiando a
medida que
la sociedad
evoluciona:
estos cambios
se refieren a
su significado,
a su vigencia y
al aprecio que
se les tiene. La
puesta en práctica
de un valor no
siempre depende
de su significado;
hay valores
que se tiñen de
una pátina de
modernidad-
tradicionalidad
que es la que los
hace vigentes o los
arrincona.
La intimidad:
¿a quién le interesa?
2. No. 1482 / 3 Marzo 2014
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Vivimos en una sociedad donde lo psicológico fue sustituido
por lo sociológico (la psique por el grupo ); en una vuelta de
tuerca más, lo sociológico está siendo sustituido por lo
matemático (sólo cuentan los porcentajes, los números, los
restos ). La intimidad, en esta sociedad así constituida, es una
bofetada a este intento de controlar, matematizar y reducir
las personas a porcentajes y restos. Lo que no es susceptible
de ser espiado es subversivo. Y aquí nos encontramos con la
paradoja de la intimidad tal y como la consideran los
estados/gobiernos e instituciones actuales: por una parte la
defienden constitucionalmente y por otra es materia de
subversión y rebeldía; pero de esta paradoja ni siquiera son
conscientes.
2. íntimo: De confianZa, entraÑable,
amiGable, acoGeDor, aGraDable
Me interesa especialmente esta significación de lo íntimo
porque trasciende el nivel individual y lo conecta/nos
conecta con los otros. Esto que parece imposible —intimidad
en grupo, intimidad colectiva, intimidad compartida— se
hace posible desde la misma raíz y significación de lo íntimo.
Lo público debe estar muy enraizado con lo íntimo.
Todo parece ir en la línea de que cuanto más se eleven las
conductas y los hechos a nivel público, menos
responsabilidad se asume respecto a esas conductas. Y me
apoyo en el siguiente supuesto: la intimidad es lo que nos
hace sujetos singulares (no clones ni fotocopias), lo que nos
hace tomar conciencia de nosotros como seres irrepetibles y
diferentes y por tanto lo que nos constituye como personas.
La intimidad hace que nos hagamos cargo de nosotros
mismos como esas personas singulares, irrepetibles y
únicas.
De esta intimidad surge la responsabilidad: sin este tipo de
intimidad no tendrían cabida sentimientos de vergüenza, ni
la idea de punible, ni la culpa. Cuando toda nuestra existencia
y nuestras acciones están expuestas, hay algo en nosotros
¿a qué estado, institución,
sector comercial, marca o
algo parecido a todo esto le
interesa que haya lugares
íntimos, sociedades donde
se valore la intimidad,
individuos celosos de su
intimidad?. a ninguno.
Su área de influencia, su
poder, su omnipresencia
se vería reducida.
comercialmente esto es
una guerra: la intimidad
la trinchera, el refugio
del sujeto convertido en
consumidor.
que deja de pertenecernos, que pertenece a los demás y de
ahí que surja la idea de impunidad: es como si yo no me
hiciera cargo de mis actuaciones y de las consecuencias de
mis actuaciones.
Esto, como podéis deducir, se da mucho en el ámbito de la
política, de la vida pública: es como si la responsabilidad en
política no fuera personal porque todo se realiza bajo el
mandato de los otros; mis actuaciones no me pertenecen,
todo está fuera de mí y por tanto estoy libre de
responsabilidades.
Otra acepción de este segundo significado de lo intimo que
me interesa resaltar es la conexión tan fuerte que existe
entre sentimiento e intimidad. Sin intimidad no hay
sentimientos o, dicho de otra manera, para que surja el
sentimiento es imprescindible la intimidad. En el ruido, en el
exterior, en el lenguaje es imposible que se dé el sentimiento,
es decir, la conciencia de la emoción. El sentimiento nace en
el silencio, en el pensamiento, en ese lugar interior que se
llama intimidad: la intimidad muchas veces es un lugar, un
espacio alejado de la influencia y del alcance de los demás.
3. intimo: priVaDo, relatiVo a la intimiDaD.
El hogar ha dejado de ser, como era en otra época, el reducto
sagrado de la privacidad. La intimidad del hogar se traslada
ahora a lugares lejanos o escondidos, parajes recónditos,
casas rurales, etcétera, como espacios que están al abrigo de
la mirada de los demás. En estos casos, la intimidad es un
valor al alza por el que se está dispuesto a pagar.
Lo paradójico de esto es que para preservar la intimidad
tienes que salir del hogar, de lo que antes era el sancta
sanctorum de la privacidad: y es que el hogar se ha
convertido, pese a sus moradores, en el espacio comercial
por excelencia ( seguramente que se piensa que sus
moradores están relajados, descansados y bajos de
defensas). Operadores anónimos ofrecen viajes, servicios
telefónicos, gas y luz a precios tentadores, productos
financieros etcétera, etcétera. Ante este bombardeo de
llamadas, cúantas veces nos hemos hecho la siguiente
pregunta: ¿y a estos quien les ha dado mi teléfono, mis datos
personales, mis hábitos de compra, los servicios que tengo
contratados? Y lo malo no es que esto ocurra una, dos veces;
lo preocupante es que la insistencia de la máquina, pese a
que la voz sea humana, es tan tenaz que no cesa. La
insistencia es otra modalidad de acoso a la intimidad.
El hogar hace tiempo que dejó de existir como sagrado
reducto de la intimidad. La membrana que separaba el hogar
de la sociedad ha saltado en pedazos, no sólo porque sus
moradores han querido exponerlo y des-intimarlo, sino
porque, aprovechando cualquier resquicio, los que están
acosando el hogar y su intimidad han redoblado sus ataques
para derribar estos límites, esta frontera que separa el hogar
del resto.
¿A qué estado, institución, sector comercial, marca o algo
parecido a todo esto le interesa que haya lugares íntimos,
sociedades donde se valore la intimidad, individuos celosos
de su intimidad?. A ninguno. Su área de influencia, su poder,
su omnipresencia se vería reducida. Comercialmente esto es
una guerra: la intimidad la trinchera, el refugio del sujeto
convertido en consumidor. Si quieres ganar la guerra,
destruye los refugios, destruye la intimidad.
El mundo en que vivimos está siendo configurado a imagen y
semejanza de Google, Facebook, Apple, internet Su
influencia es tal que acabaremos abrazando su religión. Pero
lo malo de todo esto, es que Google, Facebook, internet, no
son sino una metáfora de la acción política y de la
participación ciudadana. Nos vamos a convertir en máquinas
si renunciamos a nuestra singularidad, a nuestra condición
de seres humanos, imperfectos, no calculados, imprevisibles.
Con razón a los nuevos líderes o poderes les molesta tanto la
intimidad porque de momento no la pueden escanear,
clasificar o catalogar; de momento, desde nuestra posición de
intimidad, somos menos esclavos.
mauro González
Socio director de Punto de Fuga
La reflexión que propongo,
parte de la premisa
de que la intimidad es
una forma de rebeldía,
de singularidad, de
responsabilidad y de
denuncia de la apariencia.