Un hombre de espaldas anchas y rostro bonachón miraba suplicante a una mujer llamada Gabriela en una tienda del centro mientras esperaban ansiosos la decisión del dependiente sobre si podían llevarse un libro. A pesar de los intentos del hombre por retenerla, el dependiente le entregó el libro elegido al hombre y puso a Gabriela en la caja registradora.