Este documento describe la Inquisición como una institución fundada en 1184 para combatir la herejía mediante el miedo y el control de la sociedad. A través de doctrinas como el infierno, el purgatorio y el diezmo, así como las máquinas de tortura, la Iglesia logró infundir temor en el pueblo y encadenarlo a su dominio, asegurando así el sometimiento de la sociedad.