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La química del futbol
1. La química del futbol
HARALD SCHUMACHER, portero y capitán de la selección alemana, ha
convulsionado el mundo del fútbol con unas revelaciones inesperadas. En un
libro en el que recoge las memorias de su carrera deportiva señala que
el doping es práctica relativamente habitual en el fútbol. Las autoridades de
este deporte en su país han tenido una reacción clásica entre las clases
puritanas: apartarle del medio en que se mueve. El sábado pasado el Colonia
jugó su partido de la Bundesliga sin Schumacher y ya se ha anunciado que
queda desposeído de su cargo honorífico de capitán del equipo nacional.Frente
a esta doble desgracia, tiene dos consuelos: uno, el de haber agotado los más
de 50.000 ejemplares de la primera edición de su libro, y ya se prepara una
segunda. Otro, el de haber recibido el respaldo de un buen número de colegas.
No es que Schumacher se haya convertido en el adalid de una causa
regeneracionista, pero al menos ha quedado claro que sus denuncias no
responden a un afán de notoriedad, sino que están respaldadas por otros
jugadores o ex jugadores de prestigio.
El asunto coloca al fútbol, quizá el más universal de los deportes, ante un
problema: el del doping. Se trata de un problema derivado de la importancia
social que los éxitos deportivos han ido adquiriendo con el tiempo. Una nación
parece tanto más poderosa cuanto mejores sean sus representaciones. La
química pone al servicio de los éxitos deportivos unos medios que no todos
desdeñan. Utilizarlos supone, por un lado, una actitud desleal desde el punto
de vista deportivo, y, por otro, un daño físico a medio o largo plazo para el
deportista.
El atletismo y el ciclismo tomaron en serio el problema hace años. El fútbol, no.
Las autoridades de este deporte deciden, porque sí, que eldoping no existe en
el fútbol. Esa actitud, lejos de alejar el problema, lo agudiza. El control sólo
existe en casos excepcionales, como el campeonato del mundo o las finales de
competiciones europeas. Un equipo dopado tendrá siempre ventaja frente a
quienes no lo están. La sospecha de que el rival pueda
también doparse despeja los escrúpulos. La ausencia de controles hace que la
situación desemboque en un círculo vicioso que da como consecuencia la
situación actual en el fútbol: el doping es un secreto a voces que las
autoridades niegan y los protagonistas confiesan en voz baja.