El salmo habla sobre quién puede entrar en el tabernáculo de Dios. Pregunta quién tendrá las manos limpias y el corazón puro para adorar a Dios sin vanidad y con amor. Luego el hablante pide a Dios limpiar sus manos y purificar su ser para poder entrar al tabernáculo y adorar, reconociendo que Dios lo ha limpiado y perdonado, llenándolo de su amor.