La ilustración fue diseñada como portada del álbum musical de Daniel Melero llamado ROCÍO en 1996. La composición presenta formas circulares de diferentes tamaños que proponen movimiento y jerarquía, usando una propuesta cromática de colores complementarios que contrastan con el color del fondo. La tipografía empieza a formar parte de la pieza al aplicarle color para agruparla con los demás elementos verticales y horizontales dispuestos en el plano de manera interesante.