La inversión extranjera debe regirse por los principios de igualdad, universalidad, automaticidad y silencio administrativo positivo. Estos principios garantizan un trato igualitario para los inversionistas locales y extranjeros, permiten la inversión de cualquier país sin distinción y aprueban automáticamente las solicitudes de inversión si no hay respuesta del gobierno dentro de un plazo determinado.