La persona que habla describe a una mujer cansada del baile que se apoya en su brazo al detenerse en el extremo del salón. A través de la ligera gasa que levanta su pecho agitado, se mece una flor al compás del movimiento de su respiración. El hablante imagina que la flor podría estar durmiendo con la brisa de sus labios entreabiertos, deseando poder detener el tiempo en ese momento de paz.