El poema habla de una persona que acepta y comprende al lector incondicionalmente, reconociendo sus valores y estimulándolo sin adulación. Cuando el lector se sienta mal, cansado o con ganas de rendirse, lo anima a recordar que esta persona está ahí para él, queriéndolo y deseando verlo feliz a pesar de creer que nadie puede ayudarlo.