Las ciudades burguesas del siglo XIX se caracterizaron por su rápido crecimiento y la consolidación de la clase burguesa como dominante. Estas ciudades experimentaron cambios en su infraestructura y paisaje urbano debido a la Revolución Industrial, con la aparición de fábricas, ferrocarriles y nuevas formas de vivienda para los trabajadores. La burguesía impulsó estas transformaciones en las ciudades como símbolo de su poder e influencia económica.