El caricaturista David Simpson fue acusado en dos ocasiones de plagiar caricaturas de otros artistas mientras trabajaba para periódicos. Como resultado, fue despedido de ambos trabajos. Simpson admitió haber plagiado sin intención en un intento de mejorar su trabajo, pero igualmente enfrentó consecuencias como renunciar a su puesto y que le retiraran un honor previo. El caso resalta la importancia de citar debidamente las fuentes en el periodismo y el arte.