La corrupción en el Perú se debe al tráfico de influencias que permite que ciertos congresistas lleguen al poder, a los profesionales estatales mal pagados que son fáciles de sobornar, y a la necesidad de dar o recibir trabajos a cambio de bienes. Esto ha generado desconfianza en las autoridades políticas, profesionales mal pagados y sin ética, y ha contribuido a la pobreza económica del país.