El conejo Rabito y su amiga Fidel van todos los días al bosque a jugar y a regar a su nuevo amigo, el árbol Margarito. Un día, mientras Rabito juega cerca de un río, resbala y cae al agua gritando por ayuda. Margarito estira sus ramas y ayuda a Rabito a salir del agua a salvo. Rabito agradece a Margarito por salvarlo, ya que él lo había ayudado a crecer regándolo todos los días.