Los presidentes de Alemania, Francia, Reino Unido y Uruguay visitaron el Museo del Louvre y contemplaron un cuadro de Adán y Eva en el Paraíso. Cada uno argumentó que las figuras en el cuadro parecían ser de su propio país basado en sus características físicas y comportamiento: los alemanes por sus cuerpos atléticos, los franceses por su erotismo, los británicos por su serenidad y el uruguayo por no tener ropa ni propiedades y estar felices con solo una manzana.