El equipo está a favor de que el médico realice la transfusión de sangre a la paciente, ya que interferir con las creencias religiosas de los padres pondría en riesgo la vida de la paciente. El deber del médico de salvar una vida está por encima de consideraciones sociales o culturales. La ley también debería reconocer que el derecho a vivir de una persona es más importante que los derechos de los padres a practicar libremente su religión.