El pie y el pene mantienen un diálogo en el que comparten cómo los trata su dueño. El pie describe que es tratado con cuidado y comodidad, mientras que el pene se queja de ser apretado en la ropa y sometido a la indecisión de su dueño al entrar y salir repetidamente de "la cueva oscura, mojada y resbaladiza".