Los soldados romanos eran parte de una de las fuerzas militares más poderosas de la antigüedad. Eran entrenados rigurosamente y disciplinados para luchar en formaciones bien organizadas, lo que les permitió conquistar un vasto imperio que se extendía por Europa, el norte de África y el Medio Oriente. Vestían armadura y portaban espadas, lanzas y escudos para enfrentarse a sus enemigos en batalla.