El hombre quiere pedirle prestado un martillo a su vecino para colgar un cuadro, pero empieza a imaginar que su vecino se negará a prestárselo. Se convence de que su vecino tiene algo en su contra y que es un tipo que le amarga la vida. Enfurecido por sus propias suposiciones, el hombre va a casa de su vecino y antes de que este pueda hablar, le grita enfadado que se quede con su martillo.