Las empresas operan en un mundo globalizado donde deben adaptarse a diferentes culturas y regulaciones para expandirse internacionalmente. Es importante comprender las diferencias culturales para establecer relaciones de confianza con socios y clientes en el extranjero. Un enfoque ético y respetuoso de las costumbres locales es clave para el éxito a largo plazo de una compañía en los mercados globales.