El Principito vivía en un pequeño asteroide habitado solo por él, unas pocas flores y tres volcanes. Pasaba su tiempo deshojando flores o quitando piedras para proteger a su rosa, observando el atardecer y hablando con la peculiar rosa que cuidaba. La historia representa la inocencia de la niñez y la importancia de apreciar las pequeñas cosas de la vida.