El Renacimiento se caracterizó por el resurgimiento de las artes y la cultura clásica. Durante el Quattrocento en el siglo XV, la escultura se enfocó en la representación realista del cuerpo humano, mientras que la pintura comenzó a utilizar la perspectiva para crear la ilusión de profundidad. En el Cinquecento del siglo XVI, estas tendencias continuaron desarrollándose y refinándose.