El trenecito que viajaba entre Poot y Paet era muy pequeño, con un solo vagón estrecho que tenía huecos en las paredes para los pasajeros gordos. A veces, cuando había fruta, el maquinista Aldalgiso trepaba los árboles para robar peras. Al bajar del tren, los pasajeros gordos tuvieron problemas sacando sus tripas rellenitas de los huecos, pero el revisor finalmente los ayudó a salir después de mucho esfuerzo.