El rey mantenía prisioneros en una sala con arqueros y una puerta de hierro, haciéndolos elegir entre ser asesinados o pasar por la puerta donde él los estaría esperando. Todos elegían morir por los arqueros por temor a lo que había detrás de la puerta. Al final de la guerra, un soldado descubrió que la puerta conducía a la libertad, y el rey les daba la oportunidad de elegir pero preferían morir por el miedo a arriesgarse a abrir la puerta.