1. EL CAPITALISMO ¿ES MORAL? El capitalismo como un régimen económico basado en el predominio del capital como factor de producción y riqueza y la Moral como la ciencia que trata del bien y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia, no se pueden equipar ya que mientras la una busca un desarrollo salvaje en pos de la riqueza, no respeta las costumbres y normas morales construidas a través del tiempo por la sociedad; además el capital nos lleva al consumismo exagerado y a no sentir satisfacción por lo adquirido, ya que el capital privilegia el tener sobre el ser, por el contrario la moral privilegia el ser sobre el tener. Nadie puede evitar enfrentarse a la pregunta inicial, puesto que ninguno de nosotros es ajeno ni a la moral ni al capitalismo. Todo el mundo participa mediante su trabajo, sus ahorros y su consumo, en un sistema económico que algunos justifican y otros condenan, siempre en nombre de conceptos éticos. André Comte-Sponville somete estas dos orientaciones morales al examen de un lúcido análisis, ésta obra propone una visión del mundo de hoy, que desemboca en un llamado a la responsabilidad. La historia del mundo es un esfuerzo de los grandes hombres por convertir a los hombres malos en buenos; estamos lejos de lograrlo, pero aun así quién ha mejorado notablemente el comportamiento de los hombres, quién los ha civilizado es indudablemente
El capitalismo
, pero la pregunta es a que costo y en contra de que principios. Ahora bien, lo productivo no es solamente en lo económico, ya que se producen bienes espirituales, bienes de consumo o por satisfacción personal, pero para ello predomina el `poder preferente del capital sobre la humanidad, para poder escoger como vive, o sobrevive en este mundo indolente. Lo Productivo es un concepto que excede lo económico, toda vez, que los procesos de intensificación de las interconexiones entre los diferentes sectores dentro del escenario mundial, son sucesos que ocurren de un lado del mundo, pero influyen y repercuten en lugares lejanos a este. Estos sucesos pueden ser de orden económico, político, social y cultural. Nuestro mundo camina por el sendero de la globalización de la economía y de la política. Pero cada día somos más conscientes que la concentración de la riqueza en manos de unos pocos afortunados nos lleva a la destrucción. Cada día se impone el terror y la muerte como único camino para la paz y el bienestar de los pueblos. En este orden de ideas al hablar del amor, a través del capitalismo y la moral, se puede manifestar que el Amor abraza todos los tiempos y todos los lugares. El amor es “global” o no es amor. El enemigo número uno del amor es el egoísmo, la indiferencia y el conformismo. Y un capitalismo salvaje nos conduce al desamor, a la competencia deshumanizada por el poder económico, y es aquí donde se pierde todo vestigio de moral. En los últimos años el dominio del capital se ha ido haciendo cada vez más global. Su proyección mundial se intensifica, y muy pocos territorios y poblaciones escapan ya a su lógica depredadora. La mercantilización creciente de las distintas facetas de la vida afecta ya prácticamente a todos los ámbitos de nuestra existencia. El capital transnacional productivo y en concreto, el financiero especulativo, son los nuevos señores que operan, íntimamente relacionados y casi sin restricciones, en todo el planeta, diseñando un entorno institucional supra estatal acorde con sus necesidades de acumulación y beneficio. Es así como a través de los tiempos, cada cultura ha desarrollado un modelo moral-ético propio, y códigos que se relacionan con el tipo de ambiente que envuelve a la comunidad; su historia, su psicología, su grado de desarrollo tecnológico, así también, muchos otros factores que influyen en la mentalidad y en la convivencia de los seres humanos, deben tenerse en cuenta para alcanzar su pleno desarrollo. Si estudiamos el desarrollo moral-ético a través de la historia, encontramos también tres modelos de conducta principales; cada cultura o comunidad concreta los ha considerado como el bien más elevado estos son: la felicidad o placer; el deber, la virtud o la obligación; y la perfección, que si se dan o son alcanzados por el hombre, se consideran, como la más completa de las potencialidades desarrolladas por el ser humano. Se pueden indicar además, algunas otras líneas que sintetizan el desarrollo moral y que han predominado en algún momento histórico concreto o que determinaron el comportamiento humano en algún contexto particular. Plantear la discusión sobre ética y la globalización resulta clave para comprender los signos de la nueva sociedad infocapitalista y sus efectos en el conjunto de valores que rigen los marcos de subjetividad existentes. La Globalización al ser un hecho que amplia los mercados, deja a los gobiernos fuera de muchas esferas de decisión, fortaleciendo a aquellos países que influyen económicamente en el mercado global, es de esta forma como las decisiones económicas necesitan del respaldo político de las grandes naciones industrializadas como lo es EE.UU cuyos gobernantes se encuentran limitados de cierta manera en el flujo de capitales locales y regionales de sus distritos y sus economías influyen en el crecimiento económico de los países en vía de desarrollo. Ante la política global actual, el Estado ha dejado de ser el actor principal. La diferencia entre política interna y externa de los países está desapareciendo cada vez más; ante esta realidad, las políticas internas de las naciones tienen que ir adecuadas a la política internacional. Se apela a la globalización para explicar el derrumbe de regímenes totalitarios como la caída de la soberanía de los Estados-Nación, para denunciar la inexistencia de democracia económica y la injerencia de los mercados monopólicos en los servicios básicos de las naciones. La globalización imprimió en las democracias la concepción de los intereses privados como beneficiarios de la sociedad. En las democracias el principio de ciudadanía implica soberanía popular y ésta supone una participación ampliada y variada. Fenómenos como la desesperanza política en los partidos políticos, el absentismo electoral, la corrupción, el fraude fiscal, la falta de debate público ciudadano son síntomas de la inexistencia de la praxis ciudadana, relacionadas a las carencias de identidades y de ausencia de estado. El mercado económico es por cierto uno de los agentes activos, pero la globalización no es primordialmente económica, se refiere a un conjunto de cambios, no a una sola dimensión de ellos. Muchos son sociales, culturales y políticos antes que económicos y el impulsor fundamental, separable del mercado global, es la revolución en las comunicaciones. La globalización trata del cambio en la influencia del tiempo y el espacio en nuestras vidas. Todo es nuevo. Somos, los primeros ciudadanos de la
era global
. La globalización ha venido para quedarse y tendremos que convivir con ella. Pero lo esencial de la globalización no lo constituyen las multinacionales, las corporaciones petroleras ni las políticas expansivas de las administraciones, sino que su esencialidad viene definida por la
revolución de las comunicaciones
y por eso es algo irreversible, pero arrolladora y con efectos muy profundos en las economías y en los gobiernos. El asunto clave para nosotros son las iniquidades globales, es tratar de hacer que los procesos estén bajo nuestro control y sean enfocados hacia las necesidades humanas. Esto es algo que podemos lograr. Según nos deja ver el capitulado, lo más destacado en esta obra respecto a la transición valorativa generacional, manifiesta en la quiebra de las expectativas revolucionarias y en el repliegue a posiciones reformistas. Plantea que hace treinta o treinta y cinco años los jóvenes querían vivir “más allá del bien y del mal”. Instalados en el inmoralismo, todos los problemas querían resolverlos como si fuesen exclusivos del orden político. Veinte años después la política interesa poco a los jóvenes, quienes quieren resolverlo todo con soluciones construidas desde un orden moral, aunque semánticamente disimulado en nombres como derechos humanos, humanismo o solidaridad. El error de unos fue querer reemplazar la moral con la política; el error de otros, querer reemplazar la política con la moral: Tenemos necesidad de las dos y de la diferencia entre las dos. Tenemos necesidad de una moral que no se reduzca a una política, pero también tenemos necesidad de una política que no se reduzca a una moral. El capitalismo, ¿es moral? es una invitación a asumir las responsabilidades profesionales, políticas, morales y éticas de cada quien, pero también es un mapa conceptual que localiza las coordenadas y límites de cada uno de esos órdenes en los que todos transitamos cotidianamente, aunque con frecuencia con dificultades para no confundir sus rutas y destinos. He ahí el dilema para resolver esta pregunta, dejemos que cada cual de acuerdo a su entorno y contexto social la responda para no caer en subjetivismos que no conducen sino a falacias del conocimiento y a incrementar nuestra ignorancia acerca de las sociedades, ahora debemos preocuparnos más por construir una sociedad política, económica y moralmente viable y vivible, ya que si nos dejamos avasallar por el capitalismo salvaje este nos corroe y entra rompiendo los paradigmas nobles de la moral en cada una de nuestras sociedades.