El poema agradece a Dios por las capacidades y bendiciones que el autor posee como sus brazos, ojos, voz y habilidad de trabajar, regresar a casa, sonreír y vivir, en comparación con aquellos que carecen de esas cosas o sufren de dolor y tristeza. El autor también agradece a Dios por su fe, reconociendo que muchos no tienen ni siquiera la consolación de una creencia, y concluye agradeciendo por tener poco que pedir y mucho que agradecer.