La persona extraña a su madre fallecida y siente que su recuerdo la hace más fuerte. Al regresar a casa y ver el cuarto de su madre intacto, llora en silencio por las caricias tiernas que su madre le daba. La persona cree que aunque su madre ya no está físicamente, su espíritu la sigue guiando y siente que su madre es ahora parte de ella, llevándola siempre en su corazón.