Jesús experimenta una gran agonía y soledad en el Huerto de los Olivos mientras Dios guarda silencio y sus amigos duermen. Carga con todos los pecados de la humanidad y suda gotas de sangre ante el inmenso sacrificio que debe hacer para salvar a la humanidad, aunque muchos no quieran salvarse. Los olivos se estremecen al oír el gemido de Jesús ante su sufrimiento.