Dios le habla a su hijo para consolarlo y asegurarle que nunca está solo, que Dios vive en él y siempre lo protegerá. Dios le pide a su hijo que haga su voluntad de ser feliz, que comparta el pan con los demás, y que perdone a otros como Él siempre lo perdona. Dios desea que su hijo no caiga en tentación y se aferre a Él, y que nunca olvide que Dios lo ama desde el principio y hasta el final.