Freddie Mercury declaró que dejaría su fortuna a sus gatos Oscar y Tiffany cuando muriera, pero en realidad dejó la mayor parte de su riqueza estimada en 8.6 millones de libras a su exnovia Mary Austin. Austin recibió la mitad de su patrimonio, incluidos los derechos de autor de sus canciones y su mansión, mientras que sus padres, hermana y amigos cercanos también recibieron parte de su herencia. Sus gatos no figuraban en el testamento a pesar de su amor por ellos.