Sofía era una niña egoísta que culpaba a los demás por sus acciones y maltrataba a su perro Lucky. Sus padres y amigos estaban cansados de su comportamiento, por lo que la enviaron a un centro de bienestar familiar para que se reformara. Después de dos meses, Sofía salió cambiada y arrepentida, asumiendo la responsabilidad de sus actos y tratando bien a Lucky y a los demás.