Una niña no le gustaban las matemáticas y siempre reprobaba sus tareas. Un día, un fantasma salió de su libro de matemáticas y la asustó, diciéndole que debía estudiar para aprender. El fantasma continuó molestándola hasta que aprendió su edad y cómo escribir números. Cuando la niña comenzó a comprender mejor las matemáticas, el fantasma desapareció. Ella siguió estudiando con diligencia y descubrió que las matemáticas pueden ser divertidas.