La libertad, especialmente la libertad de expresión y de prensa, se conquista y protege a costa de grandes sacrificios como la vida, como lo demuestran los asesinatos de los humoristas y redactores de Charlie Hebdo y los dos policías que trataron de capturar a los atacantes. Aquellos dominados por la ignorancia y el odio no toleran la libertad, en especial la máxima libertad de la risa.