Mi madre vino a la Tierra con la esperanza de romper lo malo y coser lo bueno con su tijera y aguja, creando un jardín de esperanzas del que brotaron tres hijos a los que guió con arrullos y manos balsámicas para sortear las dificultades del pasado. Aunque sus hijos no fueron tan humildes y sencillos como ella hubiera querido, hoy sus almas se han reencontrado y ella ya no necesita afanarse, sino reírse de la vida y cosechar flores con versos de amor