El documento presenta una reflexión sobre la historia de Christy Brown y la lección que deja de nunca rendirse ante las dificultades. A pesar de su discapacidad física, Brown luchó por vivir una vida normal con la ayuda de su madre. El documento sugiere que las personas sanas a menudo se quejan y se rinden fácilmente sin apreciar sus capacidades. La moraleja es valorar las virtudes y el cuerpo sano que Dios nos dio y mantener una actitud positiva repitiendo "Yo puedo, soy capaz".