El sentido de la vista nos permite percibir imágenes tridimensionales a través de la combinación de las dos imágenes captadas por cada ojo, aunque inicialmente las imágenes en la retina están invertidas; el cerebro rectifica esta inversión para que veamos los objetos en su posición real. Experimentos con anteojos que invierten las imágenes muestran que aunque al principio causa confusión, el cerebro eventualmente aprende a percibir las imágenes de forma correcta.