Modelos y su aplicación, modelos de conservación

Manejo de Áreas
Silvestres
SEGUNDA UNIDAD: MARCO CONCEPTUAL PARA EL MANEJO

Modelos de conservación aplicables a áreas protegidas, contradicciones, conflictos y
limitaciones para su aplicación
MARCO CONCEPTUAL PARA EL MANEJO
Los modelos de manejo para Latinoamérica han cambiado a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, en el I Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y otras Áreas Protegidas, en
Santa Marta, Colombia en 1997, el modelo de conservación se basaba en asegurar el
mantenimiento de los ecosistemas y hacer valer los objetivos de conservación del área protegida.
Se hablaba de asegurar beneficios a la población, desde la perspectiva de la protección.
Tomado de Planificación en Áreas protegidas: Territorio y Cambio Climático. Barborak, Cuesta y Montes-Palomo. 2015

Los principales resultados de Santa Marta se resumen en dos:
1. Establecimiento de un escenario de discusión sobre la importancia de conservar la
biodiversidad y el papel de las áreas protegidas y los pueblos indígenas en dicha
protección.
2. Se inició un debate entre la función ecológica y la función social de las áreas
protegidas. Se habló sobre servicios ecosistémicos; tierras indígenas en áreas
protegidas; desarrollo del individuo con base sus valores y no solo en sus
capacidades; el papel de las áreas protegidas en una economía de mercado,
vinculado con el uso turístico y la disponibilidad de bienes derivados de la
conservación.
Las áreas protegidas fueron consideradas sitios del patrimonio natural y también cultural
de una nación y del mundo.

Durante el II Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y Otras Áreas protegidas,
celebrado en Bariloche, Argentina (2007), se promovió la valoración de los compromisos
de Santa Marta, especialmente en los referente a:
1. Las limitaciones financieras en la gestión de conservación de áreas protegidas.
2. La participación social en el mantenimiento de los recursos naturales de los parques
nacionales. Especial interés en: (a) protección de las zonas núcleo, (b) el papel del área
protegida en el paisaje, (c) el establecimiento de corredores biológicos con la
participación de propietarios privados, (d) restauración de los territorios degradados y
(e) el establecimiento de Redes de Cooperación y Sistemas de Áreas Protegidas
robustos, con ministerios e instituciones gubernamentales fortalecidas
Los sistemas nacionales de áreas protegidas crecen en número y territorio, pero no van
acompañados de capacidades institucionales efectivas. El rol de las áreas protegidas en los
niveles políticos y tomadores de decisión, no es coherente con su importancia estratégica.

Bariloche planeó nuevos retos:
1. El papel del Estado en la conservación de los recursos naturales es indelegable; sin embargo,
necesita ampliarse la participación de las comunidades locales y la sociedad en la gestión de las
áreas protegidas.
2. Los valores tangibles e intangibles de las áreas protegidas, deben promoverse. Las instituciones
locales, nacionales, regionales e internacionales deben armonizar sus políticas para disminuir la
presión economista sobre las áreas protegidas.
3. Los donantes y las agencias de la cooperación y el desarrollo internacional reafirmen su
compromiso con la conservación, mediante acuerdos vinculantes.
4. Hay que avanzar en completar los sistemas nacionales de áreas protegidas, mediante la
promoción de la conectividad, la funcionalidad de sus zonas de manejo y la implementación y
evaluación de las alternativas de manejo que se implementan a lo largo de Latinoamérica.
Especial interés en implementar iniciativas como el proyecto Yasuni ITT: dejar el crudo en
tierra, del Ecuador.
El papel de la educación y concientización ambiental fue resaltado dentro de sus conclusiones.

El III Congreso Latinoamericano de Parques nacionales y otras Áreas protegidas, realizado
en Lima, Perú en el 2019, rescató lo expresado en Bariloche y en el Congreso Mundial de
Parques de Sidney:
1. Promover la gestión de las áreas protegidas en pro de la sociedad
2. Evaluar y fortalecer la contribución de las áreas protegidas para el cumplimiento de los
compromisos internacionales de Biodiversidad, lucha contra la desertificación y Cambio
Climático, entre otros,
3. Fortalecer la gestión de las áreas protegidas frente a las necesidades locales, actuales y
futuras.
Se rescata el cumplimiento de la Meta 11 de Aichi, al alcanzar en la Región un total del
23.6% de la superficie terrestre y un 18.1% del área marina y costero-marina bajo
protección, con una tendencia positiva de crecimiento en la última década.

El Lima se establecieron las bases para continuar con las discusiones con respecto al papel de:
1. Los pueblos indígenas y las comunidades locales como la base para la preservación y uso
racional de la naturaleza. Bajo principios de inclusión y conservación de los saberes.
2. El papel de los jóvenes como agentes de cambio, al implementar de manera individual y
colectiva la valoración de los servicios ecosistémicos, el consumo responsable y la innovación.
3. Los guardaperques de Latinoamérica y El caribe se comprometen a trabajar junto con los
gobiernos locales y las organizaciones no gubernamentales en lograr una mejora en las
condiciones de trabajo, la seguridad y la formación de capacidades en cada país y en toda la
Región.
4. Las mujeres en Conservación instan a trabajar en el cambio de mirada hacia la felicidad que
resulta de la equidad de género, el respeto a los derechos de niñas y mujeres de vivir en
armonía con la naturaleza y hacer avanzar la frontera de la gobernanza.
5. El papel de los gobiernos locales en promover la gobernanza y la cooperación internacional para
el cumplimiento de las Metas Aichi, la Agenda 2030 y el Acuerdo de París.

Especial interés en el cumplimiento de los Objetivo de
Desarrollo Sostenible (ODS) No. 15 y No. 17
Se reconoce que un 30% de la superficie terrestre está
cubierta de bosques. Hay que asegurar el uso sostenible
de los ecosistemas terrestres y recuperar los bosques
degradados, reduciendo la caza furtiva y el tráfico de
flora y fauna protegida.
Habrá que promover la mejora en la capacidad nacional
para recaudar ingresos fiscales y de otra índole para
lograr la sostenibilidad. También, fomentar y promover la
constitución de alianzas públicas, público-privadas y de la
sociedad civil, para medir el progreso en la
implementación de los ODS.

Los diferentes países han venido desarrollando políticas, programas y acciones,
fundamentadas en algunas de las tendencias de manejo de áreas protegidas y
sus diferentes zonas, lo cual ha provocado diferentes reacciones, tanto en las
poblaciones locales, como en los manejadores de áreas protegidas, así como,
consecuencias en el manejo de recursos naturales del entorno de las áreas e
inclusive en su interior.
Cada zona de uso (o bien, cada sub-zona), responde a límites, limitantes y
limitaciones que deben reglamentarse y aplicarse de manera funcional.

Modelo preservacionista
Aquellos países que se han adscrito al
principio de zonificación hacia fuera de los
límites del áreas protegidas y aplican normas
estrictas de manejo, han tenido como
consecuencia la generación de prolongados
conflictos con los pobladores, quienes al
ver limitado su acceso a sus recursos,
desarrollan actividades de uso en contra de la
normativa establecida,
en algunos casos con un grave deterioro
de los recursos naturales (extracción ilegal,
usos inadecuados del suelo, daños
ambientales provocados como el fuego). Este
modelo provoca que los manejadores del área
deban dedicar sus exiguos recursos a
actividades permanentes de protección,
dejando de lado otras funciones de manejo.

Modelo de cooperación
Aquellos países que han adoptado las
diferentes zonas de uso, como espacios de
cooperación han visto limitados sus resultados,
debido al desarrollo de acciones con
racionalidad ambiental pero sin considerar la
racionalidad y necesidad local, impulsando
proyectos sostenibles de manejo de
recursos naturales con enfoque de bajo
impacto ambiental, sin considerar a veces la
tradición productiva, la estructura social
para la producción y la orientación para el
mercado de los productos “verdes”.
El logro parcial o el fracaso total de estas
acciones, tiene como consecuencia el retorno
de los pobladores locales a sus actividades
de producción tradicional, con todo y sus
impactos, y pasan a formar parte de las
lecciones aprendidas de los promotores de
estos modelos.

A pesar de lo anterior, las experiencias en aplicar un Modelo de Cooperación
incluyen una mayor integración entre los actores del manejo (comparten
experiencias y se rompe el hielo), es decir, entre quienes administran el área y
los pobladores locales, sentando bases para acciones a más largo plazo, que
deben se atendidas y consideradas como actividades permanentes del área
protegidas (extensión), para lograr un apoyo consistente de las comunidades
hacia los objetivos de conservación de las áreas y el manejo adecuado de los
recursos locales.
No obstante, la extensión local debe ser permanente y financiarse en
consecuencia.

Modelo desarrollista
Este modelo ha sido adoptada por
países, en donde la problemática local y
la pobreza extrema rural, convierten las
zonas de amortiguamiento en
espacios de sobrevivencia social con
un alto deterioro de los recursos
naturales y presión para la (s) zona (s)
núcleo (s), del área.
Aquí los manejadores de áreas se
convierten en promotores del
desarrollo (rural – social), en detrimento
de las funciones básicas para el
cumplimiento de objetivos de
conservación, dirigiendo el uso de sus
recursos humanos, materiales y
financieros, hacia las poblaciones locales,
en detrimento del manejo del área.

Modelo integracionista
En aquellos países que han adoptado el
modelo de integración, las comunidades
locales son partícipes de procesos de toma
de decisiones (que de paso son muy pocos).
En mochos casos se han cometido algunos
errores de fondo, en tanto quienes tienen el
mandato de facilitar los procesos (los
manejadores), en su mayoría no tienen las
bases conceptuales y las herramientas
metodológicas para facilitar dichos
procesos.
Este modelo puede convertirse con facilidad en
activismo local, sin llegar a procesos de
apropiación, el compartir conocimientos ni
decisiones; y en algunos casos (muchos para
decir verdad), se ha utilizado el concepto de
participación vaciado de su contenido real (la
toma de decisiones), creándose más espacios
de divulgación e información que de
participación local que legitiman las acciones de
los manejadores.

Es donde mejor estamos. Las formas de cómo
elaborar los Planes de Manejo han
evolucionado con el tiempo.
Para el 2009 se planteaban programas de
manejo sin considerar la categoría de manejo
ni las diferentes zona de uso del área
protegida. Tampoco el cumplimiento de
objetivos de conservación para el área
protegida.
Planes de manejo.
Fuente: Guía para la elaboración de Planes de Manejo en áreas
protegidas del SINAPH. 2014. USAID,-ProParques.
El diagnóstico también incluye un análisis de las capacidades de manejo del co-manejador o
potencial co-manejador.

Desafíos: Limitada capacidad del personal
El manejo requiere de una visión y estrategia interdisciplinaria, que
conlleve a la aplicación de conceptos y métodos que favorezcan un
desarrollo sostenible, es decir, que vincule los factores ecológicos,
sociales y económicos.
Desdichadamente la administración de las áreas protegidas no
cuentan con estos equipos, por lo cual la intervención se hace de una
manera voluntariosa y sin conocimientos básicos de las dinámicas
sociales, económicas y culturales de las poblaciones, con resultados
limitados y a veces contradictorios.

Desafíos: Marco institucional disperso e incompleto
Otro elemento discordante con el objetivo
de manejo, es la ausencia de recursos
económicos para impulsar los procesos
de intervención por parte de la
administración de las áreas protegidas, lo
cual limita no sólo la intervención si no los
modelos de intervención, ya que un
proceso de aproximación e integración
entre la administración y las comunidades
locales requiere de tiempo y recursos de
inversión.
Las negociación y ejecución de
proyectos, aun cuando provienen del
mismo sector ambiental, a veces se
convierten en una limitante para la
administración de las áreas protegidas
en su intención de vincular a las
comunidades locales con el manejo del
área. En tanto, los proyectos poseen
sus propios objetivos y metas. La
propia dinámica y tiempo de ejecución
no convergen con las necesidades del
área, sino de los administradores del
proyecto.

Desafíos: Marco institucional disperso e incompleto
Punto fundamental en el manejo, lo
constituye una lectura clara de los
intereses locales de desarrollo, la cual,
por lo general no es considerada y se
intenta imponer los intereses del manejo
del área a intereses locales, generando
conflictos duraderos y con repercusiones
negativas en los recursos naturales a
proteger.
En la misma institución que maneja las áreas
protegidas quien otorga los permisos y / o concesiones
para el uso y aprovechamiento de recursos naturales
(forestales o de vida silvestre); esto genera conflictos
internos de intereses contrapuestos (conservación vs.
aprovechamiento), en donde lleva la ventaja el sector
institucional más vinculado a la generación económica
de recursos financieros que el sector responsable de la
calidad ambiental (para nuestro caso áreas protegidas)
Esta situación es más difícil de superar en las zonas
de amortiguamiento, donde no se ejerce control
total sobre el recurso.

Desafíos: Marco legal ambiguo
A pesar de los diferentes
modelos de manejo de las
diferentes zonas, ejecutados por
las instituciones que administran
y/o manejan los sistemas
nacionales de áreas protegidas,
existen algunos problemas, en
particular los conflictos
provocados por la yuxtaposición
de intereses y jurisdicciones
institucionales.
En el espacio de manejo, en particular las
diferentes zonas, otras instituciones del estado
poseen jurisdicciones claras y precisas, en
particular aquellas dirigidas al aprovechamiento
de recursos naturales (Secretarías de:
Agricultura, Ganadería, Pesca, Energía…así
como instituciones estatales descentralizadas
como: institutos del café, empresas públicas
productoras de electricidad y otras), quienes
establecen sus programas, proyectos y/o
actividades sin considerar la presencia y función
de la institución manejadora de las áreas
protegidas.

Desafíos: Financiamiento Vs. Inversión
En el marco nacional, se acuerdan o pactan
grandes proyecto bajo el concepto de
“interés público o nacional”, que obedece a la
necesidad de mejorar los balances
económicos del estado nacional, en
contraposición con los acuerdos y convenios
internacionales ratificados por el estado
parte, así como sus propias políticas y
legislación nacional dirigida al cumplimiento
de los objetivos nacionales de conservación.
Por ejemplo el Convenio 169 de la OIT,
confrontado con inversiones privadas.
A pesar de existir todo tipo de organizaciones que
quieren invertir en los procesos de manejo de las
áreas protegidas y sus zonas de trabajo, muchas
veces, estas organizaciones se convierten en una
limitante pues sus acciones responden a sus propios
intereses de desarrollo organizacional y de ejecución
de proyectos y fondos.

Desafíos: Nuevos paradigmas de conservación.
1. La sociedad formando parte de la naturaleza, en territorios con denominación de
socio-ecosistemas, bajo un manejo dinámico y adaptativo donde se resuelven las
causas de la destrucción y no sólo sus efectos.
2. Áreas protegidas con equipos científicos interdisciplinarios, con alta resiliencia
conceptual y decididamente cooperativos.
3. Espacios naturales donde la planificación incluya varias administraciones públicas
y la participación activa de organizaciones privadas, con representantes de los
gobiernos locales y los pueblos indígenas, mujeres, jóvenes y administradores de
áreas silvestres, trabajando en coordinación.

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