Once personas se aferraban a una cuerda de helicóptero que no era lo suficientemente gruesa para soportarlos a todos, por lo que una persona debía soltarse para que los demás no cayeran. La única mujer del grupo se ofreció voluntariamente a soltarse, diciendo que como madre, esposa, hija y profesional siempre anteponía los intereses de los demás a los propios. Los hombres aplaudieron su sacrificio pero terminaron cayendo también debido a su emoción.