El documento argumenta que es importante reconocer el lugar del artista en el futuro de la civilización. Señala que para que el arte nutra las raíces de la cultura, la sociedad debe dejar libre al artista para seguir su visión sin importar a donde lo lleve. Además, en una sociedad libre el arte no es un arma ni pertenece a la polémica o ideología, y el mayor deber del artista es mantenerse fiel a sí mismo sin preocuparse por las consecuencias.