Francia se enfocó en el comercio y la expansión territorial en Canadá, Luisiana y Haití, comerciando pieles preciosas con los indígenas pero sin mezclarse con ellos, mientras que Holanda buscó la supremacía económica y política y nuevos mercados en Estados Unidos, islas del Caribe y porciones de Suramérica, participando hombres de todas las clases y con un espíritu religioso que llevó al mestizaje.